Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Soy un artista, así que quiero compartir brevemente mi comprensión de cómo el arte tiene y tendrá cada vez más un poderoso papel en el proceso de cambio mundial de la revelación bahá’í.
Históricamente, en las civilizaciones en las que el arte existía como actividad central importante, éstas alcanzaron grandes alturas. En la cultura tolteca, la persa antigua, la yoruba, la griega y muchas otras, las artes informaban todos los aspectos de la vida. En estas grandes culturas, el arte no era un mero «entretenimiento». Por ejemplo, los toltecas tenían artistas como gobernantes reales.
¿Te lo imaginas?
Para tratar de imaginárnoslo, definamos lo que los escritos bahá’ís quieren decir con la palabra «arte», que no solo significa «las artes» en el sentido en que normalmente las concebimos hoy. En el futuro estado de la sociedad que las enseñanzas bahá’ís prevén y prometen, no todo el mundo tocará el violín, afortunadamente. En cambio, la palabra «arte», tal como se utiliza a menudo en los escritos bahá’ís, significa esforzarse por alcanzar la perfección.
Cualquier cosa que hagas puede ser un arte si lo ves así y te esfuerzas por perfeccionarlo.
En sus escritos, tanto el Báb como Bahá’u’lláh nos piden que entremos en un estado mental en el que lo veamos así, en el que seamos los protagonistas, los artistas, construyendo una civilización global pacífica y equitativa.
¿No es eso lo que hacen los artistas: expandir y perfeccionar la civilización?
A los bahá’ís se nos anima a refinar o perfeccionar todo en nuestras vidas, en esencia, a ser artistas con nuestros propios seres. Se nos pide que perfeccionemos nuestro aspecto exterior vistiéndonos con dignidad y limpieza; que perfeccionemos nuestro comportamiento volviéndonos más amables, cariñosos y comprensivos; que perfeccionemos nuestro pensamiento para ser menos parciales y más abiertos a aprender cosas nuevas; que observemos a la humanidad desde una perspectiva mucho más amplia; que aprendamos a escuchar mejor a los demás; que perfeccionemos nuestra gratitud por la vida siendo más generosos; que seamos más justos en el trato a todas las personas; que perfeccionemos nuestras empresas e industrias para que produzcan el mejor potencial a largo plazo para toda la humanidad sin dañar a la naturaleza.
Como un ejemplo entre una multitud, el hijo y sucesor de Bahá’u’lláh, Abdu’l-Bahá, fue, entre otras cosas, pionero de la agricultura regenerativa en Palestina a principios del siglo XX. Refinó la práctica de la agricultura, y el resultado de sus actividades agrícolas tuvo implicaciones de gran alcance.
En resumen, los bahá’ís intentan perfeccionar lo visible para reflejar lo invisible. Hemos de dar a conocer lo desconocido, exhumar los potenciales ocultos y los misterios de la creación. Los bahá’ís realizan esa labor con espíritu de servicio a la humanidad. Esto es lo que siempre han hecho artistas y científicos, trabajadores e inventores, defensores y humanitarios. Bahá’u’lláh dijo que este trabajo es sagrado, que es adoración:
Os incumbe a cada uno de vosotros dedicaros a alguna ocupación, sea oficio, negocio o actividad similar. Hemos exaltado vuestra ocupación en ese trabajo al rango de adoración del único Dios verdadero. ¡Oh pueblo! Reflexionad sobre la gracia y bendiciones de vuestro Señor, y dadle gracias al atardecer y al alba. No malgastéis vuestras horas en ociosidad y pereza, sino ocupaos en lo que sea de utilidad para vosotros y para los demás.
Por supuesto, sabemos que el arte siempre se ha utilizado para iluminar la religión. En la cristiandad primitiva, el arte visual sirvió como un gran medio de educación, ya que muchos eran analfabetos. El arte visual podía contar las historias sin palabras. Este poder narrativo es una de las grandes virtudes del arte. Pero cuando la religión o el Estado, o incluso el individuo, se vuelven fanáticos, el arte también puede convertirse en propaganda, así que, como cualquier herramienta, las narrativas del arte pueden usarse para bien o… no del todo bien.
Aunque el arte ha funcionado como una forma de contar la historia, producir una narrativa no es el único papel del arte. Hay otro aspecto igual de importante, si no más: cómo nos espiritualiza la propia creatividad.
En nuestra cultura comercializada, a veces es difícil darse cuenta, pero todos tenemos creatividad. La forma en que nos hablamos utilizando diversos tonos sutiles, jerga, eufemismos y modismos refleja nuestra creatividad a través de la expresión. Todo el mundo lo hace, independientemente de su nivel de educación formal.
Expresamos constantemente nuestra propia humanidad en toda su comedia y tragedia. A través de él, podemos vernos a nosotros mismos con más claridad porque el arte es un espejo. Dialogamos sobre los problemas de nuestra vida a través del arte. No sabemos realmente lo que somos o de qué estamos hechos hasta que actuamos para hacer algo. Es a través del intento del acto creativo que aprendemos de nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Por eso, intentar perfeccionar algo con toda nuestra capacidad, intentar expresar lo que pensamos y sentimos, es en realidad la práctica de tomar conciencia de uno mismo. El arte es nuestro bucle de retroalimentación espiritual. Junto con la oración, la meditación, el aprendizaje y la conversación con los demás, el arte es un método para adquirir conciencia de uno mismo, y por eso se le ha llamado escalera hacia Dios. El Báb escribió: « …Pues, en verdad, quien perfecciona su obra alcanza la certeza de la perfección de la obra de Dios en su propio ser» [Traducción provisional de Oriana Vento].
La perfección, en la manera bahá’í de pensar, también incluye la intención, el propósito por el cual uno se perfecciona. Sin embargo, sabemos que los seres humanos también pueden perfeccionar instrumentos de guerra y destrucción, codicia, opresión y tiranía, como vemos hoy en día. Así que un componente importante del concepto bahá’í de perfección es lograr la intención perfecta: hacer «el bien», como decía Platón. Puesto que los seres humanos tenemos la capacidad de crear cosas, este poder va acompañado de una obligación moral. El Báb, citado en el libro de Nader Saiedi «La puerta del corazón», dijo:
Quien posea poder sobre algo debe elevarlo a su máxima perfección para que no sea privado de su propio paraíso… si conociera un grado superior de refinamiento y no lo manifestara …. se privaría de su paraíso, y se le pedirían cuentas, pues ¿por qué, a pesar de poseer medios, has retenido la efusión de la gracia y su favor? [Traducción provisional de Oriana Vento]
Las artes siempre han representado un ámbito de la actividad humana que contiene un buen grado de intención elevada, donde está presente «la efusión de la gracia y su favor». Sí, hay casos en los que las artes se persiguen solo por la fama o la riqueza. Debido a que la profesión del arte ha llegado a destacar al artista en pro del mercado y la marca, las personalidades narcisistas se ven a veces atraídas hacia ella, pero hay innumerables personas que han hecho arte por el deseo de celebrar lo que está fuera de ellos mismos, de celebrar la naturaleza, a otros seres humanos y a todos los fenómenos espirituales.
Como todas las cosas han sido creadas por Dios, el Creador, cuando imitamos el proceso creando algo nosotros mismos, celebramos la existencia y, por tanto, alabamos al Creador.
El arte se produce cuando los seres humanos intentan crear belleza, y es en el crisol del esfuerzo donde surge la belleza. Un verdadero artista es cualquier persona que siempre se esfuerza por llegar al siguiente nivel de perfección en lo que sea que haga. Abdu’l-Bahá escribió:
Me regocija saber que te esmeras con tu arte, pues en esta maravillosa nueva era, el arte es adoración. Cuanto más te esfuerces en perfeccionarlo, más cerca estarás de Dios. ¿Qué don podría ser mayor que éste, que el arte de uno sea como el acto de adorar al Señor? Esto es, cuando tus dedos empuñan el pincel, es como si estuvieras orando en el Templo. [Traducción provisional de Oriana Vento]
De este modo, las enseñanzas bahá’ís nos animan a todos a convertirnos en artistas, a ser creativos en cualquier campo en el que trabajemos para que, al «esmerarnos» en perfeccionarlo, seamos más conscientes espiritualmente y, a su vez, mejoremos el mundo. Estos dos resultados, a la vez personales y sociales, se traducen en la transformación de los mundos interior y exterior y contribuyen así a transformar este mundo en el paraíso. El Báb animaba a todos a «reconstruir la tierra» perfeccionando sus obras:
¡Oh mi Dios! Tu obra siempre ha sido completa, ilimitada, perfecta e infalible, y siempre seguirá siendo perfecta, infalible, completa e ilimitada …. Tú has ordenado a Tus siervos, desde el principio que no tiene principio, hasta el fin que no tiene fin, producir obras con la máxima perfección, porque esto es verdaderamente el reflejo de la perfección de Tu obra …. Pues en verdad Tú has querido, mediante esta ley, reconstruir la tierra en virtud de Tu gloriosa obra mediante las manos de Tus siervos. [Traducción provisional de Oriana Vento]












![No seáis infelices; la tempestad de la tristeza pasará; el pesar no durará; la desilusión se desvanecerá; el fuego del amor de Dios se encenderá, y las espinas y zarzas de la tristeza y el abatimiento se consumirán. Sed felices; descansad seguros de los favores de ... [Dios] ... ¡para que la incertidumbre y la vacilación se vuelvan inexistentes y las efusiones invisibles desciendan sobre la arena del ser! - #AbdulBaha [Traducción Provisional] #Bahai #Espiritualidad #Esperanza #Amor
(‘Abdu’l-Bahá, Tablets of ‘Abdu’l-Bahá v3, p. 557)](https://media.bahaiteachings.org/sb-instagram-feed-images/564965648_18413471401137456_7376003213926558090_n__v284x284__crop_upscale.jpeg)


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